“La búsqueda de la justicia es la eterna búsqueda de la felicidad humana.
Es una finalidad que el hombre no puede encontrar por sí mismo
y por ello la busca en la sociedad”.
Kelsen, H.: ¿Qué es la justicia?
Y la gente se quedó en casa … Así empieza un poema en prosa fechado en 1800 y escrito Kitty O’Meara hace una semana en su blog The Daily Day. Reflexiones que se han hecho virales en momentos en los que es necesario compartir, a veces compulsivamente, para demostrar que: “sigo aquí”, “estoy alerta” y “me importas”.
En tiempos en los que da igual la autenticidad de la fecha de un poema, la sociedad se moviliza desde los balcones, recupera los teléfonos analógicos, se da cita por redes sociales para homenajear, celebrar, para tomar el vermut… en definitiva para seguir sintiéndose viva en comunidad y es que si algo nos ha despertado este confinamiento es la necesidad de compartir, de sentirse parte, de sentirse útil, de convivir.
El dos de febrero, nuestro querido amigo Héctor Colunga, miembro del Grupo ApS de Asturias y de la Junta Directiva de la Red Española de Aprendizaje-Servicio, nos hablaba en su charla TED La comunidad: el tercer cinturón de protección, de la necesidad de “estar al servicio de las demás personas para transformar la realidad, de recuperar la mirada comunitaria para profundizar en las causas y llegar al origen”.
En ese tomar conciencia para transformar desde la consciencia y hacerlo en comunidad aparecen numerosas posibilidades de proyectos de Aprendizaje-Servicio como herramienta para generar procesos de reflexión y acción basados en el compromiso y la solidaridad entre la ciudadanía: la atención a mayores, la creación de EPIs y respiradores asistidos, la lucha contra la desigualdad o la soledad son algunas de las iniciativas de una sociedad civil comprometida y organizada por la justicia social.
Este es un buen momento para el aprendizaje intencional en el que establecer lazos de colaboración y tejer redes educativas más amplias para construir una comunidad educativa más diversa y comprometida que favorezca los cambios desde el punto de vista individual y colectivo.
Y la gente se quedó en casa… y salió de su zona de confort y abrió las ventanas al encuentro de los demás y descubrió nombres y fechas, sentimientos comunes, motivos para la cohesión y fuerza para la resiliencia. Los barrios se convirtieron en escenarios diáfanos en los que se abrieron palcos desde los que andar el tiempo, darse cita, promover procesos de aprendizaje colectivo y seguir caminando en momentos en los que el tiempo se para pero todo sigue.
Sonia Segarra Diaz
Junta Directiva de REDAPS