Luego le pediremos que sea autónoma, innovadora, curiosa. Que se preocupe de los demás y que maneje sus emociones. Que tenga iniciativa, que se integre y no se aísle… Así empieza el demoledor estudio Nativos de la crisis: los niños de la llave, elaborado por la Fundación Educo.
Este informe saca a la luz a una inmensa minoría silenciosa en España:
- La de los trabajadores pobres, personas cuyo salario medio es de 540 euros mensuales y necesitan ayuda del Estado para sobrevivir, a pesar de no estar en situación de desempleo. Llegan a 2,5 millones, el 14,5%, una de cada siete personas ocupadas en España. Si les sumamos la población inactiva y la que está desempleada, resulta que son 10,3 personas en situación de vulnerabilidad.
- La de los niños y niñas nativos de la crisis y de la escasez, que representan 1 de cada 3, una proporción que apenas se ha movido durante la década de la crisis. El 40% de los menores de 18 años no pueden ir de vacaciones una semana al año con sus familias. Sin embargo, lo que más les preocupa a estos niños y niñas no es la falta de recursos, sino la exclusión de actividades y la vergüenza de no poder participar en igualdad de condiciones que los demás.
- La de los niños y niñas de la llave, que pasan mucho tiempo solos sin compañía, apoyo ni supervisión familiar, porque los padres sencillamente no están en casa. Este fenómeno surge sobretodo en el paso de Primaria a Secundaria, donde es frecuente la jornada continua y desaparece el comedor escolar. Entre otras consecuencias, arrastra la vulnerabilidad frente a las pantallas o frente a la comida basura y la falta de estímulo y presión para estudiar y desarrollarse como persona.
El informe recoge la afirmación de Sendhil Mullainathan y Eldar Shafir de que la escasez captura la mente. Cuando una persona vive en situación de precariedad no puede centrar su atención en otra cosa, no puede desplegar bien el «ancho de banda» mental que requiere ejercer la función parental. La pobreza grava la capacidad.
La depresión, ansiedad, aislamiento, baja autoestima, estrés al no encontrar trabajo o bien al tenerlo, pero igualmente no llegar a fin de mes, incide directamente en la visión del mundo, de las relaciones y de sí misma que tiene la infancia en precariedad. Esa inmensa minoría de 2.370.000 millones de niños y niñas en España.