No se me ocurre qué se puede negociar con los secuestradores de las más de doscientas niñas nigerianas.
Son una banda de criminales y me da igual si son psicópatas. Eso les colocaría en necesitados de terapia cuando lo que necesitamos todos, y ellos también, es que les capturen y les encierren para el resto de sus vidas.
Cuesta mucho imaginar cómo pueden albergar tanta maldad, aunque la vida me ha enseñado que, efectivamente, el Mal, con mayúsculas, existe. Y siempre sorprende y descoloca.
Me parece muy bien que se meta Obama una vez el gobierno nigeriano ha mostrado su insensibilidad e incompetencia para hacer frente a la situación. Muchos más se tendrían que meter.
El único diálogo posible con estos criminales es el falso, la estrategia de distracción para pillarlos desprevenidos y apresarlos.
La no injerencia, pulcra y respetuosa, tiene el límite diáfano de los derechos humanos. Hoy quiero ser el policía malo.