¡Seguro que no es de la misma especia que el sauce boxeador de Hogwarts!
Mi árbol planificador para el 2015 es la alternativa a un cierto empacho gráfico. Durante muchos años, para organizarme el trabajo, me convertí en una virtuosa de cuadros de doble entrada, tablas y filigranas del excel.
Agrupaba las tareas por bloques, desplegaba cada bloque en apartados, tachaba lo que iba resolviendo. Todo ello siguiendo mi lógica. La verdad es que me ha estado funcionando bastante bien.
Hasta que me he cansado de tanto gráfico cartesiano. Voy a hacer cosas más bonitas y agradables a la vista. En septiembre planté el primer arbolito planificador, para septiembre-diciembre 2014. Me funcionó y hace unos días planté el segundo para el 2015.
La lógica es la misma de siempre, sólo que más happyflower: Los bloques de trabajo son grandes ramas, de las cuales brotan las ramas más finas de apartaditos, subbloques o tareas o como quieras llamarlo.
Al principio el árbol está desnudo de hojas. Pero se va llenando de verde a medida que voy cumpliendo el trabajo. Cada vez que resuelvo una tarea, pinto de verde, imitando hojitas, la ramita correspondiente. ¡Frecuentemente brotan ramitas que no esperaba!.
Lo tengo expuesto en un gran mural de papel, de manera que siempre tengo a la vista las ramas que van floreciendo y las que tardan en hacerlo…¡a ver si espabilo!
Tengo que decidir exactamente de qué árbol se trata… no me gusta llamarle «árbol», es muy impersonal. Por motivos obvios, ¡no quiero que sea un sauce llorón, ni un «palo borracho», como llaman a la ceiba en Latinoamérica! ¿Qué tal un chopo, un roble, un fresno…?