Cada lunes y martes que no estoy viajando tengo un regalo al mediodía.
Viene Mar a almorzar con nosotros, una sobrina catorceañera encantadora que nos pone al día de por dónde andan los adolescentes en este momento.
Comemos y hablamos de todo un poco: de películas, de música y de los líos del instituto, que dan mucho de sí.
Creo que es afortunada: tiene una familia que la adora, cree en ella, la escucha y la apoya.
A modo de contraste, hoy me ha llegado un estudio impactante, El futuro comienza hoy, que compara los adolescentes en riesgo de exclusión con el resto de adolescentes que están en secundaria.
Hay que leerlo. Fundación Adsis ha hecho un buen trabajo y ha puesto el dedo en la llaga. Como dice Alberto, no es verdad que los jóvenes no quieran estar con los adultos.
Necesitan adultos a su lado que les estimulen y les estiren hacia arriba. Cuando no los tienen, como revela el estudio, se sienten desnortados y poco valorados.
Hay que escuchar, hablar, reír y comer con ellos. Y también pelearse de vez en cuando. De esto va la vida y el calor que nos regalamos las personas.