El pasado jueves 16 de diciembre volaba hacia Madrid. Desde allí un bus me llevaría a Alcalá de Henares. Iba por primera vez, no sin ciertos nervios, al Encuentro, al XIV Encuentro de Aprendizaje-Servicio que se celebraría al día siguiente, una fría y luminosa mañana de 17 de diciembre. Iba al encuentro de un buen puñado de amigos y amigas, colegas de profesión y de vocación, pero sobre todo compañeros y compañeras con los que comparto una misma pasión: El aprendizaje-servicio.
Hace unas horas me pedían valorar el encuentro con tres palabras. Las elegidas fueron: alegría, asombro y calidad.
Alegría, como se pueden imaginar, por el abrazo guardado durante casi dos años, que por fin podía desembalar y ofrecer; por los sueños suspendidos y por las conversaciones interrumpidas y que hubieron de buscar en este tiempo, rutas alternativas a través de las redes sociales y las videollamadas.
Asombro ante un equipo, el de las compañeras alcalaínas, que supo, superando todas las dificultades, inventar una fórmula que conjugó nuestra presencia física en el evento y la asistencia de cientos de personas que desde sus casas o desde sus coles e institutos y organizaciones, en todos los rincones de este nuestro país presenciaron dicho encuentro. Dificultades técnicas, logísticas, económicas y de todo tipo, que solo su contemplación arredraban al más pintado.
Asombro ante una ciudad hermosa y acogedora, monumental y cercana, acostumbrada a dar la bienvenida a gentes venidas de los más diversos lugares y en la que desde el primer momento nos sentimos como en casa.
La última de las palabras escritas fue calidad.
Calidad en la organización, en los proyectos premiados, en las personas que allí se congregaron. Como no mencionar esa palabra cuando alguien como Adela Cortina fue la encargada de poner el marco teórico al encuentro con dos palabras; la primera excelencia y la segunda compasión.
Excelencia como búsqueda de la propia superación para dar lo mejor de uno mismo y compasión entendida como la combinación de empatía y compromiso con el otro, con sus problemas y dificultades, en una apertura que permite trascender nuestro individualismo.
Calidad en los proyectos premiados en las diferentes modalidades, proyectos que permiten visibilizar el aprendizaje-servicio, a quienes lo llevan a cabo, a los niños, niñas y jóvenes que se comprometen con la construcción de un mundo mejor, pero también a los docentes, a las escuelas, las organizaciones, instituciones y administraciones que adquieren ese compromiso y optan por esa filosofía y esa metodología.
Terminado el encuentro volaba de regreso a casa. La mochila plena de ilusión y entusiasmo. Soñando con seguir impulsando proyectos ApS. Sabiendo que son muchos los que comparten el mismo entusiasmo. Volvía con el propósito de seguir encontrándome con ellas y ellos en nuestra próxima cita en Sevilla, el próximo diciembre.
Mientras, a todos, ¡Feliz Navidad!
Yolanda Ortega, coordinadora de la Red Canaria de Aprendizaje-Servicio.