Una noche, en un pueblo muy pequeño, corrió la voz de que en la cima de la montaña vecina había aparecido una lámpara maravillosa, de esa que la frotas y sale un geniecillo que te concede tres deseos.
¡Aquello podía ser la solución a todos los problemas del pueblo! Que si la carretera, que si la conexión a internet, que si la contaminación del agua… El caso es que veinte personas, entre ellas una niña intrépida y traviesa, salieron disparadas a por la lámpara maravillosa.
Pero al llegar a la falda de la montaña se puso a llover a cántaros. Todos quedaron empapados y diez de las veinte personas, que se habían olvidado de coger el chubasquero, decidieron que se volvían al pueblo.
Las diez que quedaron empezaron a subir por la montaña. Pero la lluvia estaba derrumbando la ladera, y el barro y las piedras convertían la ascensión en una gesta difícil. Cinco de las diez personas, que no se habían calzado con buenas botas y estaban enfangadas ya hasta las rodillas, decidieron que se volvían al pueblo.
Las cinco que quedaron continuaron subiendo, pero justo bajo la cima se dieron cuenta de que ésta culminaba en una roca muy vertical, y cuatro personas decidieron que no eran lo suficientemente ágiles para escalarla. Así que se desanimaron y se volvieron al pueblo.
Sólo quedaba la niña. Tragándose el miedo, empezó a trepar y en ese preciso momento paró de llover. Al llegar arriba del todo ya había salido el sol. Enseguida vió como en el centro de la cima refulgía la lámpara maravillosa.
Emocionada, la tomó y empezó a frotarla, deseando ver salir enseguida al geniecillo. Pero no salió nada, de manera que frotó y frotó con más fuerza. La lámpara -que tenía vida propia- gritó enfadada: ¿Qué te crees que estás haciendo frotándome con tanta fuerza?
¡Quiero que salga el geniecillo que nos va a solucionar los problemas del pueblo! – respondió la niña.
¿Tu estás tonta o qué te pasa? – le espetó la lámpara- ¡El geniecillo eres tú!
El jueves pasado por la tarde conocimos cuatro geniecillos en el evento anual de Ashoka, la red internacional de emprendedores sociales: María Almazán, David Cuartielles, Carmen Pellicer, Viviana Waisman .
Como todos los geniecillos, son personas normales, decididas a buscar soluciones a los problemas del entorno. La solución, como sostiene Ashoka, es que todas las personas, como Carmen, David, Viviana y María, seamos la solución. Todos podemos cambiar el mundo.