Los chicos y chicas del Real Conservatorio Profesional de Música y los chicos y chicas con discapacidad de la Asociación A Toda Vela participaron juntos, por segunda vez, en el Concurso de Villancicos de Almería.
Los jóvenes de A Toda Vela inventaron la letra y los estudiantes del Conservatorio le pusieron música. Es un proyecto de aprendizaje-servicio de auténtica reciprocidad: todos aprenden algo y todos ayudan a los otros.
El mecanismo es el siguiente: los chicos de “A Toda Vela” crean una letra con ayuda de su monitor, nuestros alumnos de último ciclo componen la música basándose en dicha letra, los profesores elegimos una de entre las muchas propuestas y hacemos los arreglos, y todos juntos ensayamos y nos subimos al escenario a participar…
Esto nos explicaron Matías Fernández y María del Mar Oyonarte, director y vicedirectora del Conservatorio, y también una de las condiciones que ponían a su alumnado a la hora de componer la música del villancico: Tiene que ser fácil, pero no «demasiado fácil»… ¡Una consigna inteligente!
Vernos reconocidos sobre un escenario en igualdad de condiciones que el mejor de los grupos concursantes, cosechando un más que merecido aplauso y reconocimiento del público, es sólo el momento cumbre de tan enriquecedora experiencia… es el testimonio de los miembros de A Toda Vela.
Después de «no», «mamá», «papá», «caca» y algunas otras, la palabra ayudar es de las primeras que aprenden los niños y niñas, a veces para reclamar que alguien les ayude, otras para demostrar que realmente pueden ayudar.
Sin embargo, en los invernaderos pedagógicos a veces se renuncia a este concepto básico por rechazo ideológico al paternalismo. La palabra «ayuda» se asimila precipitadamente a «caridad», «condescendencia» o «superioridad».
Creo que es un error: ayudarse mutuamente, reconocer lo que uno ayuda al otro tanto como la ayuda que uno recibe, está en la base de la reciprocidad. Por esto, el proyecto del Conservatorio con A Toda Vela es redondo y luminoso. ¡Un buen regalo de Navidad!