Soy una enamorada de las Comunidades de Aprendizaje, ese modelo de escuela transformadora donde se suman voluntades y esfuerzos a favor de la inclusión y el progreso de todos.
En estas escuelas suele encajar como un guante el acoger prácticas de aprendizaje-servicio llevadas a cabo por estudiantes de la universidad, de formación profesional o de otros centros educativos del entorno.
Un ejemplo modélico es Construyendo sonrisas, el proyecto compartido por la Fundación Pioneros y el CEIP Caballero de la Rosa, ambas instituciones de La Rioja.
En él, los jóvenes de Fundación Pioneros fabricaron diversos tangram, un geobord y un tablero de aprendedizaje de las tablas de multiplicar para los niños y niñas de Infantil y Primaria de la escuela, que es una Comunidad de Aprendizaje.
El jefe de estudios, Aitor Zenarruzabeitia (en la foto) nos cuenta cómo este tipo de experiencias consolida el concepto comunitario de aprendizaje, donde todos enseñan y todos aprenden.
Y también tiene sentido, en una Comunidad de Aprendizaje, que los niños y niñas protagonicen proyectos de aprendizaje-servicio… ¿por qué?
Porque son actuaciones socialmente inclusivas al permitirles tomar un papel activo y son académicamente exitosas porque muchas investigaciones internacionales así lo demuestran.
Por ejemplo, en el Proyecto Enamórate, el IES Almina, otra Comunidad de Aprendizaje, impulsa una práctica solidaria de recogida de alimentos llevado a cabo conjuntamente con la Cruz Roja Española en la Ciudad Autónoma de Ceuta. Para el instituto, este proyecto contribuye a potenciar las competencias básicas del alumnado, la solidaridad, el espíritu crítico, el pensamiento libre, la igualdad y la justicia social.
Si conoces prácticas de aprendizaje-servicio protagonizadas por alumnado de Comunidades de Aprendizaje, ¡pásame la información! Vamos a darle toda la difusión que podamos.