Antonio llevaba un rato oyéndonos hablar a vascos y catalanes. Y al final preguntó: A ver, ¿en qué quedamos? ¿esto se llama aprendizaje-servicio o aprendizaje y servicio solidario? Bueno, pues la explicación podría ser la siguiente:
El concepto universal, internacionalmente reconocido, estándar, y también el más extendido, es aprendizaje-servicio. A imagen y semejanza del inglés, que es Service-Learning.
Lo que ocurre es que en algunos lugares se opta por adjetivar el servicio, para que no haya dudas o para subrayar un aspecto que interesa destacar: por ejemplo, los vascos y los argentinos le llaman “aprendizaje y servicio solidario”. Aunque estas diferencias territoriales tampoco son muy estrictas, porque Fundación SES (Argentina) prefiere llamarlo «aprendizaje en servicio».
Siguiendo esta lógica también podría ser conveniente, en algunos contextos, calificar el servicio de “participativo”, “cívico”, “ciudadano”… O, simplemente, comerse el servicio y dejarlo en aprendizaje solidario, que también se entiende y encima es más breve.
Los catalanes han preferido tomar lo más estándar y breve, o sea, «aprendizaje-servicio», abreviado ApS, o sea, apeése, también porque a veces los adjetivos en lugar de aclarar pueden focalizar demasiado el concepto.
Y entre los amantes de lo corto, los chilenos le llaman aprendizaje + servicio, abreviado amasése.
María Nieves Tapia, experta argentina e internacional, cuando va por el mundo mundial habla de “aprendizaje-servicio” porque es el lenguaje común.
De todas maneras, como esto es tan flexible y discutible, es mejor no hacer un problema. Confieso que yo tiendo a simplificar y a preferir el nombre más simple: aprendizaje-servicio y, si acaso, tirar de subtítulos cuando es necesario.
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