Como que el aprendizaje-servicio no es un invento pedagógico sofisticado ni mucho menos, sino una práctica bastante extendida en muchas escuelas, institutos, universidades y centros de educación no formal, coexisten muchas formas diferentes de vivirlo y de enfocarlo.
A veces se lo conoce con otro nombre, a veces se funde con otras metodologías, a veces se estira el servicio y se encoge el aprendizaje o al revés…
Esto forma parte de su riqueza, pero también genera algunas dudas, a las cuales frecuentemente sólo se puede responder de manera aproximada, sin dogmatismos.
Para distinguir entre aprendizaje-servicio y otras prácticas que son bastante próximas, como primas hermanas, y se pueden confundir, puede ser útil este artículo de Andrew Furco: El aprendizaje-servicio: un enfoque equilibrado de la educación experiencial, publicado en el número 0 de la Revista Internacional sobre Investigación en Educación Global y para el desarrollo (Octubre 2011).
En esta página voy a ir colgando las preguntas más habituales que surgen en cursos, encuentros, congresos, jornadas. Dejo abierta la puerta de los comentarios, porque ¡todo es bastante discutible!.
Una reflexión general: ¡ojo con los problemas identitarios!
Cuando me formulan las primeras preguntas en los cursos y jornadas, muchas veces son dudas lógicas al intentar identificar y delimitar claramente qué es y que no es el aprendizaje-servicio. Son cuestiones del tipo: ¿hasta que punto tiene que ser voluntario el servicio para que tal o cual práctica la podamos considerar aunténticamente APS?. O bien: ¿una práctica universitaria de carácter solidario es aprendizaje-servicio o no lo es?. O incluso: ¿cuánto de intenso, largo y complejo debe ser el servicio para que la experiencia sea de aprendizaje-servicio?…
Frente al aluvión de preguntas como éstas yo suelo insistir en que es necesario, para no volverse fastidiosamente rígido e intransigente, establecer la diferencia entre identidad (ser un proyecto de aprendizaje-servicio) y excelencia ( ser un proyecto excelente de aprendizaje-servicio). Como en cualquier práctica educativa, los proyectos de aprendizaje-servicio pueden ser grandes o pequeños, mediocres o muy buenos, fáciles o difíciles.
Un proyecto de aprendizaje-servicio donde la participación de los chicos y chicas ha sido irregular, la adquisición de conocimientos poco consolidada, o ha padecido cualquier otra debilidad, no pierde, por ello, su identidad de aprendizaje-servicio. Simplemente, podemos definirlo como un proyecto ApS… ¡muy mejorable!.
Sería un error negar taxativamente la identidad ApS a un proyecto que no reúne óptimos niveles de todo lo deseable. Por eso es bueno diferenciar entre Requisitos básicos y criterios de calidad.
A veces pongo ejemplos gastronómicos, porque todo el mundo los entiende: un tomate de aspecto mustio y de escaso sabor, no deja por ello de ser un tomate… ¡ni se convierte en un nabo!.
Sin embargo… ¡tampoco nos confundamos!, hay actividades «muy sociales» que no son aprendizaje-servicio. Aquí lo explico: 7 actividades estupendas que no son aprendizaje-servicio.