Como que atiendo bastantes consultas acerca de este tema, me estoy animando a poner por escrito las respuestas en esta página.
Por favor, tómalo sólo como lo que son: ¡simplemente consejos muy subjetivos y discutibles!
Si acaso, te pueden ser útiles para presentar tu proyecto a una convocatoria, para buscar alianzas y apoyos, para difundirlo… En ningún caso se trata de consejos para hacer un libro sobre el proyecto o una memoria completa.
Ahora bien, siempre te pueden servir para ordenar las ideas, plasmarlas por escrito de manera sintética y, tal vez, desarrollarlas con mayor profundidad más adelante.

5 premisas para empezar a enfocar la redacción

Existe un manual inspirador, que te puede ser muy útil:  Cómo escribir con claridad. Sorprendentemente, está dirigido a funcionarios de la Comisión Europea, para que a la hora de redactar documentos dirigidos al pueblo llano vayan al grano y no mareen la perdiz. Pero los consejos que aporta son de lo más acertado.

  1. Redactar un proyecto de aprendizaje-servicio tiene la misma complejidad (ni más ni menos) que redactar cualquier otro tipo de proyecto educativo y social. Si ya tienes habilidad en una cosa, la tienes en la otra, porque la habilidad se transfiere.
  2. Tener el proyecto bien escrito es extraordinariamente útil. Cuando escribimos, reflexionamos y ordenamos mentalmente. Y una vez elaborado el documento, sirve para muchas cosas: para discutir en el equipo de educadores, para comunicarlo al entorno, para mejorarlo, para presentarlo a una convocatoria de subvenciones, etcétera.
  3. El principal problema es que nos cuesta mucho ponernos en la piel del que lo tiene que leer. Por ejemplo, damos por sobreentendidas muchas cosas, o bien redactamos de una manera farragosa o poco amigable. Por ello, la pregunta clave es: ¿a quien dirijo este proyecto? Una manera de no perecer en el intento, cuando tenemos muchos públicos posibles, es escribir un «texto-madre» lo suficientemente versátil para luego irlo adaptando y retocando en función del lector destinatario.
  4. Otro problema frecuente es que nos enrollamos demasiado y concretamos poco. Muchas veces me toca leer documentos en los que hasta la página número cinco no entiendo de qué demonios va el proyecto. Yo siempre aconsejo empezar por poner una sinopsis de cuatro o cinco líneas sobre el proyecto, que sitúe inmediatamente al lector, y luego imaginar la redacción como un «esqueleto entero», que se aguanta solito, al que, progresivamente, vamos vistiendo con más explicaciones.
  5. El mejor consejo que puedo dar es copiar la estructura y el estilo de un documento que nos guste, que podamos decir: ¡Qué claro y bonito les ha quedado a esta gente este documento!. No tengamos miedo de ser poco originales, todo lo contrario: cuando copiamos re-creamos, y nos vamos entrenando.

El guión y la extensión del documento

Voy a ir al grano… ¡perdona si soy demasiado directa!
Nunca hay que empezar a redactar el proyecto sin partir de un guión. Hasta aquí todo el mundo está de acuerdo, pero yo me atrevo a sugerir otra cosa más: decide de cuántas páginas exactamente quieres el proyecto.

Si no decides esto último, te arriesgas a enrollarte. Y bastante tendencia tenemos ya los educadores. Claro está que luego una modifica sobre lo que había pensado, pero el hecho de haber tomado estas decisiones previas (guión y extensión) ordena y facilita muchísimo la tarea.

Hay muchos esquemas posibles. Comparto contigo el siguiente, que a mí me gusta bastante. Parte de la base de que cada página debería iniciar un tema, intentando no fragmentarlo en dos páginas diferentes, siendo siempre recomendable no sobrepasar las 12-15 páginas. Es la manera amigable de presentar las cosas claramente y ponerse límites uno mismo:

Empieza con un cuadro que contenga la ficha técnica: los cuatro datos breves para ubicar el proyecto: nombre, participantes, destinatarios, fechas…

Y luego:

  1. Sinopsis: la esencia del proyecto contado en muy poquitas líneas.
  2. Problema social o necesidad del entorno a la que se atiende.
  3. Descripción del servicio y de las tareas que contiene.
  4. Vinculación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
  5. Necesidades educativas de niños, niñas y/o jóvenes participantes.
  6. Objetivos educativos y/o competencias que se trabajan.
  7. Actividades de aprendizaje.
  8. Calendario.
  9. Participación de niños, niñas y/o jóvenes.
  10. Trabajo en red.
  11. Celebración.
  12. Difusión.
  13. Recursos necesarios.
  14. Evaluación.

Fíjate que, una vez acabado el proyecto, esta misma estructura te sirve para elaborar la memoria. Incluso le puedes añadir un punto núm. 15: el enlace a un vídeo del proyecto.

Ah, y otra cosa: ¡ponle una portada guapa! ¿por qué? Pues por placer estético, por redondear una cosa bonita, porque así una se acuerda mejor…

 

Aprendizaje-Servicio

Aprender haciendo un servicio a la comunidad.
En este apartado encontrarás información, aclaraciones, reflexiones, bibliografía, experiencias, vídeos y diversos documentos que te ayudarán a profundizar en el concepto de aprendizaje-servicio.

*Los contenidos que siguen proceden de la web www.roserbatlle.net

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